La oratoria o el arte del buen decir: ¡Una de las habilidades más deseadas y apreciadas

La oratoria o el arte del buen decir: ¡Una de las habilidades más deseadas y apreciadas

Creo que a muchos de nosotros cuando escuchamos la palabra oratoria, puede que nos invada cierto sentimiento de temor por no ser tan elocuentes como Pericles o Winston Churchill, ya que éstos dos gigantes de la historia con el don de la palabra que tenían pudieron expresar sus ideas con claridad, o subirle la moral a todo un país cuando se encontraba en ruinas Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial.

No importa el idioma con el cual elijamos expresar nuestras ideas, lo importante es ser capaz de expresar dichas ideas o pensamientos con claridad y cautivar a esa audiencia para que se logre transmitir ese mensaje. Ahora bien, muchos se preguntarán ¿cuál es la fórmula perfecta del buen decir? ¿qué características debe tener el orador para cautivar a su audiencia? ¿cuál es el tiempo ideal para una presentación efectiva con la cual el orador pueda transmitir ese mensaje? ¿Cuáles son los elementos que debe tener un discurso? ¿Cuántos tipos de discursos hay y cómo elegir el adecuado según la audiencia? Y pudiera seguir enumerando más preguntas para llegar a la precisión de un milímetro y combinar todos los ingredientes para el discurso o presentación perfecta.

Desde la antigüedad, y cuando volteo mi mirada hacia atrás, no puedo evitar sino dirigir mi mirada a la fuente del humanismo, a la fuente de nuestra visión del mundo como personas que pertenecemos al hemisferio de occidente. Grecia es ese lugar en donde se consolidó la oratoria como género literario (López Eire, s.f.) en donde muchos filósofos y pensadores de la época, desarrollaron su habilidad con el manejo de la palabra hablada tanto así que la elocuencia alcanzada se percibió por muchos como si fuera magia que conquistó pueblos enteros, reyes y princesas. La oratoria fue en gran parte, en mi humilde opinión, uno de los cimientos de la democracia que también surgió en Grecia, para ser más precisos, en la ciudad de Atenas. Grandes oradores y filósofos como Aristóteles, Hesíodo, Platón, Sócrates, y por supuesto, no podemos dejar por fuera de esta lista de luminarias al gran Homero, columna radiante de la Literatura griega, para ser más precisos, facilitador de la Literatura oral.

Sus obras más famosas, La Ilíada y la Odisea, eran recitadas de memoria por los juglares de la época que iban de pueblo en pueblo compartiendo cada capítulo que este gigante de la Literatura escribía que cautivaba a la audiencia, ya fueran parte de la nobleza o del pueblo. Las palabras utilizadas, y la potencia que los juglares ponían en recitar dichos versos, embrujaron a las audiencias que esperaban ansiosamente escuchar más de las hazañas de Aquiles, Néstor o Menelao. Poco a poco, se fueron perfeccionando las técnicas del discurso y se desarrolló lo que luego se llamó retórica, que es “el arte de la persuasión: el intento de un ser humano de influir en otro.” Leith, S., & Urrutia, B. (2012). En otras palabras pudiéramos decir que la retórica es una técnica para alcanzar un objetivo, y ese objetivo es mover al otro, al que me escucha, es llevar a mi audiencia a tomar una posición respecto al tema que esté presentando, y sobre todo, que esté a mi favor o en acuerdo con el tema que presente, porque a final de cuentas, cuando uno hace una presentación del tema que sea el propósito del mismo es conquistar el pensamiento y buena voluntad de la audiencia.

A través de los años como profesora de español he tenido que escuchar muchísimas presentaciones de mis estudiantes, y como profesional, también he asistido a conferencias, seminarios, reuniones que a veces se sienten interminables precisamente porque la persona o personas que están presentando los temas no planificaron bien el tema ni el tiempo para facilitarla, lo cual vuelve tediosa cualquier presentación por más famosa y carismática que sea la imagen y personalidad del expositor.

Vivimos en un mundo que se mueve a una velocidad asombrosamente rápida y en donde los medios audiovisuales han cobrado una importancia inusitada, es vital que tengamos claros, en mi experiencia como educadora y a modo personal, como presentadora y locutora de radio, cuatro aspectos fundamentales o pautas, que todo aquel que pretenda transmitir un mensaje y conquistar a su audiencia debe tener en cuenta:

1. Introducir el tema efectivamente. La audiencia no puede tener ninguna duda sobre el tema principal de la presentación y los objetivos de ésta.

2. Desarrollar el tema con propiedad y precisión. Presentar información relevante del tema es crucial en toda presentación, recordando utilizar la retórica que es el lenguaje en acción, que convence, entusiasma y persuade al otro.

3. Mantener el tiempo anunciado al público. Se debe planificar cuidadosamente el tema teniendo en cuenta el lapso que se ha asignado a la presentación al igual que el perfil de la audiencia.

4. Concluir con ideas precisas enfatizando los temas más importantes de la presentación, dándole a la audiencia la seguridad de haber comprendido el tópico tratado. En este punto de la presentación más que en ningún otro, el expositor debe manejar el lenguaje de expresión, no solo verbal sino corporal, hacer proyecciones sobre el tema, y tener la capacidad de síntesis que cierre ésta con claridad.

La importancia de estar en la vanguardia en el campo de nuestra especialidad a través de las presentaciones orales que hagamos va a ser un factor decisivo para el avance de nuestra carrera, la venta y promoción de nuestros productos, y éxito de la empresa o proyecto que queramos sacar adelante ya sea para beneficio propio o para nuestra comunidad.

En este sitio de “Tu alma en el papel” también nos dedicaremos a este aspecto importantísimo del idioma que es expresar esas ideas que escribiste de forma oral, animada y concisa utilizando apropiadamente todas las técnicas lingüísticas para que tus presentaciones sean una fuente de satisfacción y no de frustración.

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